Tallinn, un poco Dubrovnik en el Baltico pero sin tantas chicas guapas. Tallinn, una ciudad bonita en la que no hay nada que hacer, con un casco antiguo lleno de casas medievales y de japoneses con Nikons y de espanoles gritones de vacaciones de Semana Santa.
Perdido en Tallinn, aburrido en Tallinn, con el corazon en Helsinki y la cabeza en Asia; Asia a un lado, Finlandia al otro, y al frente una calle llena de sacacuartos con trajes de juglar y me da igual girar a la izquierda o a la derecha.
Al este de Helsinki, en Laajasalo, se alza Kruunuvuori, la montaña coronada. Olvidada, dilapidada y dejada durante decadas a merced de la naturaleza, esta colina a solo tres kilometros del centro de la ciudad alberga un conjunto de tetricas villas que aun lucha contra los elementos y el paso del tiempo. Pero el milagro esta a punto de terminar: los planes del ayuntamiento de construir un puente para el tranvia o un parque hacen que este rincon perdido tenga los dias contados.
Kruunuvuori, «la Montaña Coronada»
El largo viaje a casa 