En Pushkar hay una montaña con un templo cerca de la cima, y cada atardecer cambiantes grupos de viajeros se reúnen en el punto más alto para ver caer el sol mientras alguien toca una guitarra. Nadie bebe, apenas se fuma, aparte de alguna frase suelta ni siquiera se habla. La gente simplemente se sienta de espaldas al templo y a las luces de Pushkar, escucha la guitarra y observa al sol fundirse en el horizonte.
Con la oscuridad el lugar se empieza a despejar, la mayoría queriendo bajar antes de que sea imposible ver nada. El israelí de la guitarra aguanta un rato pero finalmente también empieza el descenso y en la cima solo quedamos Sej y yo y nuestros dos amigos. Dan desaparece, las chicas charlan unos metros mas alla, y yo miro desde mi roca hacia el valle en sombras. Poco después les entra el hambre y hablan de bajar. Le doy a Dan mi linterna y les digo que les alcanzo en un rato.